Anoche vino mi otro yo (o debería decir mi otra yo) con un vestido alarmantemente rojo, tacones muy altos y un elegante espada en la mano, pateó mis tenis y mis libros. Mis peluches y mis escritos. Mis fotos y mis discos.
Delante mío se arregló el peinado, se retocó los labios y se acercó a mi oido y me dijo:
-¿Qué no me decías que el riesgo es el camino más intenso?
Ya me tienes muy de lado, te voy a pedir un favor, déjate de tus pendejadas esas del amor.
Mejor dame placer, dame fiestas, dame otros rostros. Ya déjate de tus estupideces esas de pensar, recordar e imaginar.
¿Quieres que te diga la verdad? ¿Te relato "su" historia otra vez?
Abre los ojos que esto no dura para siempre.
Ya no me des melancolía, tristeza ni lealtad ... ¿Para qué te esmeras?
Y no llores Cecilia porque no sé si te des cuenta de que no hay nadie más en ésta habitación.
Voy a empezar a decirte unas cuantas cositas que podríamos mejorar tú y yo. Cómo pasar nena de ser sucursal a matriz.
No me des nada que venga de tu corazón... las otras víceras me son más interesantes....
Salíó de la habitación cantando una tonada conocida, raspando el piso y antes de desaparecer de mi vista me dijo:
No te molestes en buscarme, cuando estés otra vez en el piso sabré exactamente en cual es. Porque escogerás el que sirve de pie justo al edificio más alto. Entonces no te negarás a ceder a mis propuestas....
lunes, 25 de mayo de 2009
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