Me hice ser una extraña, una desconocida, me escondí.
Bajo la piel de otro extraño, de otro desconocido, me encontré.
Busqué tu luz en otra pupila pero no había rastros de tí.
Encontré solo la inconciencia y levanté mi ego.
Terminé de abrir el morado de mis estragos de costilla siniestra.
Terminé de tirar mi altar sobre tí.
Pero he caido, nuevamente, de manera obvia y presentida.
¿Cuando voy a aprender a meter las manos?
¿A decir que no?
Olvidarte sique siendo un no quiero.
Quererte un dolor tan dulce.
Y esa extraña que soy no corresponde a mi imágen en el espejo.
¿Y ese extraño?
jueves, 16 de abril de 2009
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