Pues heme nuevamente aquí. A las cinco horas con un minuto del día veintinueve de abril del año dos mil nueve, pensando en tí.
Recordando la felicidad de los momentos contigo, la incontingencia de tus visitas, la rareza de tu manera de quiererme, la sublime sensación de paz que me transmites.
¿Que estoy haciendo aquí sin tí?
¿Qué haría yo contigo?
Se que nunca me darás un lugar en tu vida.
Se que no sabes amarme.
Se que no puedo estar contigo.
Me pesa mucho esta cosa llamada amor.
Porque yo dejaria todo e iria a buscarte. Tú no.
Y no es un reproche, es una descripción cruda y real.
Real, tanto como que no eres mío, aunque yo te me haya dado hace tanto tiempo.
miércoles, 29 de abril de 2009
martes, 21 de abril de 2009
REDONDILLAS.
Hombres necios que acusáis
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis
para prentendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Opinión, ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende?,
¿si la que es ingrata ofende,
y la que es fácil enfada?
Mas, entre el enfado y la pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es de más culpar,
aunque cualquiera mal haga;
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
¿Pues, para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéiso
hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
a la mujer, sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis;
si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
por qué queréis que obren bien
si las incitáis al mal?
Combatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.
Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco,
al niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.
Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis
para prentendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.
¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo
y siente que no esté claro?
Con el favor y el desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.
Opinión, ninguna gana,
pues la que más se recata,
si no os admite, es ingrata,
y si os admite, es liviana.
Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por cruel
y a otra por fácil culpáis.
¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende?,
¿si la que es ingrata ofende,
y la que es fácil enfada?
Mas, entre el enfado y la pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.
Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.
¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?
¿O cuál es de más culpar,
aunque cualquiera mal haga;
la que peca por la paga
o el que paga por pecar?
¿Pues, para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéiso
hacedlas cual las buscáis.
Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.
Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.
Sor Juana Inés de la Cruz vivió entre 1650 y 1659, admirables versos.
Sinceramente, Sor Juana, ciertos hombres de ahora no demuestran mucha evolución a los de tus ayeres. De pensamientos tran retraídos bien retratados en tus letras. Siguen siendo machistas, ignorantes e insolentes.
ACLARO, SOLO ALGUNOS, cuyos nombres me guardo en la memoria, yo sí soy una Dama.
sábado, 18 de abril de 2009
Volver a Verte
Nelson, mi gran amor:
Estoy muerta de cansancio, pero es imposible que me vaya a dormir sin escribirte. Fue tan duro separarse media hora después de saber que seguía hablando para ti, tan amargo saber que hubiese podido habérmelas arreglado para quedarme si hubiese estado segura de mis sentimientos a tiempo.
Necesito hablarte, porque es la única forma en que encontraré la paz esta noche. Durante el trayecto en el tren, en el taxi, o el avión, no he dejado de hablarte, no te asustes si lloro. En la introducción que me has hecho ayer- La de que antes de cada ataque de su enfermedad, Dostoiesvki conocía unos instantes de verdadera felicidad que valían por diez años de vida. Y es cierto que tú tienes el poder de causarme por unos segundos una especie de fiebre que vale por diez años de salud.
Puede que tu malvado corazón sea profundo y cálido pero no es tan febril como el mío y que no puedas comprender el choc que una vez más me ha causado el don que hace unas horas has vuelto a hacer de tu amor. Choc que me ha enfermado físicamente. Es para luchar contra ese malestar que te escribo, por eso, perdóname si esta carta te parece sin sentido porque tengo que salir de este estado, además, siempre quise decírtelo, confiarte algunas reflexiones que me inspira nuestra historia.
Desde el primer día me sentí culpable por darte tan poco a pesar que tenía tanto amor. Sin embrago, sé que me has creído y comprendido mis explicaciones. Jamás hubieras aceptado venir a vivir definitivamente a Francia aunque te retenga en USA el mismo vínculo que me retiene en París.
No voy a defender ese punto: no podía dejar a Sartre, la escritura y Francia. Admito que no me crees cuando digo “no podía”, sin embargo, lo sé, que comprendas mis razones no cambia en nada el hecho en sí: no te he dado mi vida, no te he dado mi corazón, te he dado todo lo que te he podido dar, pero no mi corazón. He aceptado tu amor y lo he condenado a no ser más que un amor lejano (…)
Me he sentido culpable todo el tiempo, sentimiento amargo, el más margo porque concierne el hombre amado. Si te he querido abandonándote, he sufrido bastante por eso. Sin cesar tengo miedo de que pienses que yo me reservaba la parte agradable de nuestro amor. No es verdad. Si he fallado en darte la felicidad que un gran amor debería dar, he sufrido muchísimo por esa razón.
Me haces falta a cada instante y la conciencia de mi error, de tu posible rencor, me ha hecho sentir, más de una vez, absolutamente miserable. Puesto que te he dado tan poco, pensé que sería justo que me arrojaras de tu corazón. Pero, comprender una situación no impide que esta te parezca cruel. La primera vez, en Nueva York, fue duro, y el año pasado, también. Créeme también esto: he llorado mucho y si actué como lo hice fue por reacción a una profunda herida, herida que no ha cicatrizado en todo el año. Sin embargo es terrible no sentirse amada cuando tu amor es más violento que nunca y no te esperas el rechazo.
Pese a todo, cuando vine a verte en septiembre, empezaba a aceptar este hecho con resignación tratando de hacerme a la idea de tu amistad y de mi amor. La situación no me hacía feliz, pero me parecía tolerable.Y esta noche tengo miedo, un verdadero miedo mortal. Una vez más he echado abajo todas mis defensas. Me dices que no me desalojas de tu corazón y, al no tener que luchar más contra tu indiferencia, permanezco desarmada y nuevas heridas profundas, podrán abatirme idenfinidamente sobre mí si decides rechazarme. No puedo ni siquiera soportar la idea. Un cansancio enorme a acosa. Petrificada ante el sentimiento de encontrarme completamente entre tus manos, sin defensa.
Por primera vez te suplico: guárdame en tu corazón o expúlsame pero no permitas que me aferre a tu amor para descubrir de repente que ya no existe. Me rehúso a pasar por esta prueba, ni siquiera acepto la idea.
Como ves, he perdido completamente la cabeza, si te enamoras de otra, todo está dicho. Solo en la medida en que decidas rechazarme o no, podrás reflexionar en lo que significa para mí. No me retires de tu corazón ahora, guárdame hasta nuestro próximo encuentro y haz que nos encontremos en poco tiempo. Sabes, como yo, que sea cual sea tu decisión, yo no te causaré ningún problema.
Esta carta es lo más duro que recibirás de mi parte. Por una sola vez te estoy pidiendo algo: que no me arranques de tu corazón y que te esfuerces en conservarme. El tiempo que he sabido que contaba para ti, ha sido tan corto!! Que no puedo resignarme y tiene que prolongarse. Quiero que me beses con amor una vez más. Te amo tanto. Te he amado por el amor que me diste, por el deseo físico y las ganas de felicidad que despertaste en mí, pero incluso cuando eso ha desaparecido, o disminuido, mi amor ha sobrevivido por lo que eres.
Porque eres quien eres. Independientemente de lo que me des o no, permaneces en mi corazón para siempre. Y la posibilidad intuida de que ese amor vuelva a ser de nuevo feliz me ha destrozado. No soy más que un montón de escombros. Entonces, no te molestes al recibir esta carta descabellada. Aquí estoy aquí en el hotel Lincoln y voy a tratar de dormir.
La noche me aterra.
En toda mi vida no he deseado algo con tanta voluntad y ardor:
volver a verte.
Estoy muerta de cansancio, pero es imposible que me vaya a dormir sin escribirte. Fue tan duro separarse media hora después de saber que seguía hablando para ti, tan amargo saber que hubiese podido habérmelas arreglado para quedarme si hubiese estado segura de mis sentimientos a tiempo.
Necesito hablarte, porque es la única forma en que encontraré la paz esta noche. Durante el trayecto en el tren, en el taxi, o el avión, no he dejado de hablarte, no te asustes si lloro. En la introducción que me has hecho ayer- La de que antes de cada ataque de su enfermedad, Dostoiesvki conocía unos instantes de verdadera felicidad que valían por diez años de vida. Y es cierto que tú tienes el poder de causarme por unos segundos una especie de fiebre que vale por diez años de salud.
Puede que tu malvado corazón sea profundo y cálido pero no es tan febril como el mío y que no puedas comprender el choc que una vez más me ha causado el don que hace unas horas has vuelto a hacer de tu amor. Choc que me ha enfermado físicamente. Es para luchar contra ese malestar que te escribo, por eso, perdóname si esta carta te parece sin sentido porque tengo que salir de este estado, además, siempre quise decírtelo, confiarte algunas reflexiones que me inspira nuestra historia.
Desde el primer día me sentí culpable por darte tan poco a pesar que tenía tanto amor. Sin embrago, sé que me has creído y comprendido mis explicaciones. Jamás hubieras aceptado venir a vivir definitivamente a Francia aunque te retenga en USA el mismo vínculo que me retiene en París.
No voy a defender ese punto: no podía dejar a Sartre, la escritura y Francia. Admito que no me crees cuando digo “no podía”, sin embargo, lo sé, que comprendas mis razones no cambia en nada el hecho en sí: no te he dado mi vida, no te he dado mi corazón, te he dado todo lo que te he podido dar, pero no mi corazón. He aceptado tu amor y lo he condenado a no ser más que un amor lejano (…)
Me he sentido culpable todo el tiempo, sentimiento amargo, el más margo porque concierne el hombre amado. Si te he querido abandonándote, he sufrido bastante por eso. Sin cesar tengo miedo de que pienses que yo me reservaba la parte agradable de nuestro amor. No es verdad. Si he fallado en darte la felicidad que un gran amor debería dar, he sufrido muchísimo por esa razón.
Me haces falta a cada instante y la conciencia de mi error, de tu posible rencor, me ha hecho sentir, más de una vez, absolutamente miserable. Puesto que te he dado tan poco, pensé que sería justo que me arrojaras de tu corazón. Pero, comprender una situación no impide que esta te parezca cruel. La primera vez, en Nueva York, fue duro, y el año pasado, también. Créeme también esto: he llorado mucho y si actué como lo hice fue por reacción a una profunda herida, herida que no ha cicatrizado en todo el año. Sin embargo es terrible no sentirse amada cuando tu amor es más violento que nunca y no te esperas el rechazo.
Pese a todo, cuando vine a verte en septiembre, empezaba a aceptar este hecho con resignación tratando de hacerme a la idea de tu amistad y de mi amor. La situación no me hacía feliz, pero me parecía tolerable.Y esta noche tengo miedo, un verdadero miedo mortal. Una vez más he echado abajo todas mis defensas. Me dices que no me desalojas de tu corazón y, al no tener que luchar más contra tu indiferencia, permanezco desarmada y nuevas heridas profundas, podrán abatirme idenfinidamente sobre mí si decides rechazarme. No puedo ni siquiera soportar la idea. Un cansancio enorme a acosa. Petrificada ante el sentimiento de encontrarme completamente entre tus manos, sin defensa.
Por primera vez te suplico: guárdame en tu corazón o expúlsame pero no permitas que me aferre a tu amor para descubrir de repente que ya no existe. Me rehúso a pasar por esta prueba, ni siquiera acepto la idea.
Como ves, he perdido completamente la cabeza, si te enamoras de otra, todo está dicho. Solo en la medida en que decidas rechazarme o no, podrás reflexionar en lo que significa para mí. No me retires de tu corazón ahora, guárdame hasta nuestro próximo encuentro y haz que nos encontremos en poco tiempo. Sabes, como yo, que sea cual sea tu decisión, yo no te causaré ningún problema.
Esta carta es lo más duro que recibirás de mi parte. Por una sola vez te estoy pidiendo algo: que no me arranques de tu corazón y que te esfuerces en conservarme. El tiempo que he sabido que contaba para ti, ha sido tan corto!! Que no puedo resignarme y tiene que prolongarse. Quiero que me beses con amor una vez más. Te amo tanto. Te he amado por el amor que me diste, por el deseo físico y las ganas de felicidad que despertaste en mí, pero incluso cuando eso ha desaparecido, o disminuido, mi amor ha sobrevivido por lo que eres.
Porque eres quien eres. Independientemente de lo que me des o no, permaneces en mi corazón para siempre. Y la posibilidad intuida de que ese amor vuelva a ser de nuevo feliz me ha destrozado. No soy más que un montón de escombros. Entonces, no te molestes al recibir esta carta descabellada. Aquí estoy aquí en el hotel Lincoln y voy a tratar de dormir.
La noche me aterra.
En toda mi vida no he deseado algo con tanta voluntad y ardor:
volver a verte.
jueves, 16 de abril de 2009
Desconocidos.
Me hice ser una extraña, una desconocida, me escondí.
Bajo la piel de otro extraño, de otro desconocido, me encontré.
Busqué tu luz en otra pupila pero no había rastros de tí.
Encontré solo la inconciencia y levanté mi ego.
Terminé de abrir el morado de mis estragos de costilla siniestra.
Terminé de tirar mi altar sobre tí.
Pero he caido, nuevamente, de manera obvia y presentida.
¿Cuando voy a aprender a meter las manos?
¿A decir que no?
Olvidarte sique siendo un no quiero.
Quererte un dolor tan dulce.
Y esa extraña que soy no corresponde a mi imágen en el espejo.
¿Y ese extraño?
Bajo la piel de otro extraño, de otro desconocido, me encontré.
Busqué tu luz en otra pupila pero no había rastros de tí.
Encontré solo la inconciencia y levanté mi ego.
Terminé de abrir el morado de mis estragos de costilla siniestra.
Terminé de tirar mi altar sobre tí.
Pero he caido, nuevamente, de manera obvia y presentida.
¿Cuando voy a aprender a meter las manos?
¿A decir que no?
Olvidarte sique siendo un no quiero.
Quererte un dolor tan dulce.
Y esa extraña que soy no corresponde a mi imágen en el espejo.
¿Y ese extraño?
Secreto.
Tengo un secreto, un secreto contigo.
Algo que jamás voy a contarte.
Cinco besos que nunca voy a darte.
Tengo de latón en corazón.
Aquel de resina que dejaste se cayó
mientras quitaba nuestro polvo de amor.
No te tengo.
Tal vez no te tuve nunca.
No te tengo al amanecer y eso duele.
Confusión, mañanas de exceso y de luz centellante.
Los ojos hinchados y nuestra historia pateando
desde el rincón con candado del ático de los recuerdos,
donde la tengo encerrada.
No hay un conducto real para olvidar.
Algo que jamás voy a contarte.
Cinco besos que nunca voy a darte.
Tengo de latón en corazón.
Aquel de resina que dejaste se cayó
mientras quitaba nuestro polvo de amor.
No te tengo.
Tal vez no te tuve nunca.
No te tengo al amanecer y eso duele.
Confusión, mañanas de exceso y de luz centellante.
Los ojos hinchados y nuestra historia pateando
desde el rincón con candado del ático de los recuerdos,
donde la tengo encerrada.
No hay un conducto real para olvidar.
jueves, 9 de abril de 2009
Tú.
Dame una razón para quedarme,
dame más de tres para irme.
Ya no me des mil esperanzas
quiero una sola certeza.
Porque intenté olvidarte
en otra boca,
en otras manos,
en otro lugar.
Lo único que he hecho aqui es esperar.
Esperar a que amanezca,
a que me busques,
a que tú vengas y te quedes.
Soy todas mis partículas que tienen rastros de las tuyas.
Me duelo mucho por tí.
Me río mucho contigo.
Me hago amar por tí pero algo me denota fracaso.
Me voy a dormir sin tí como muchas noches.
Pido y despido siempre mi olvido de tí.
Apretando tus recuerdos en mi pecho
y cerrando los ojos.
dame más de tres para irme.
Ya no me des mil esperanzas
quiero una sola certeza.
Porque intenté olvidarte
en otra boca,
en otras manos,
en otro lugar.
Lo único que he hecho aqui es esperar.
Esperar a que amanezca,
a que me busques,
a que tú vengas y te quedes.
Soy todas mis partículas que tienen rastros de las tuyas.
Me duelo mucho por tí.
Me río mucho contigo.
Me hago amar por tí pero algo me denota fracaso.
Me voy a dormir sin tí como muchas noches.
Pido y despido siempre mi olvido de tí.
Apretando tus recuerdos en mi pecho
y cerrando los ojos.
martes, 7 de abril de 2009
Chau numero 3
Te dejo con tu vida
tu trabajo, tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.
Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro.
Te dejo frente al mar
descifrándote sola s
in mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota.
Te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía.
Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.
Estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos.
Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra
y mi sombra.
Estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen.
Y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.
Benedetti.
tu trabajo, tu gente
con tus puestas de sol
y tus amaneceres.
Sembrando tu confianza
te dejo junto al mundo
derrotando imposibles
segura sin seguro.
Te dejo frente al mar
descifrándote sola s
in mi pregunta a ciegas
sin mi respuesta rota.
Te dejo sin mis dudas
pobres y malheridas
sin mis inmadureces
sin mi veteranía.
Pero tampoco creas
a pie juntillas todo
no creas nunca creas
este falso abandono.
Estaré donde menos
lo esperes
por ejemplo
en un árbol añoso
de oscuros cabeceos.
Estaré en un lejano
horizonte sin horas
en la huella del tacto
en tu sombra
y mi sombra.
Estaré repartido
en cuatro o cinco pibes
de esos que vos mirás
y enseguida te siguen.
Y ojalá pueda estar
de tu sueño en la red
esperando tus ojos
y mirándote.
Benedetti.
lunes, 6 de abril de 2009
Pedacitos.
Otra vez, otra vez me partiste el corazón.
¿qué te crees?
Esperas a que pase la ira,
lo reparas y me vuelves a dejar caer.
Basta!
Para nunca más volver a ser tuya
me la voy a pasar regalándome,
me doy al primer postor
quien dibuje una sonrisa en mi rostro.
A veces siento que hay mucho mundo
como pa´ quedarme contigo.
Pero cuando como ahora, no te tengo,
todo el mundo me parece poco y
te quiero.
Ilusa utopia.
Si mío nunca habias de ser.
Me llevo los pedacitos tirados deliberadamente
como esferas después de navidad.
¿qué te crees?
Esperas a que pase la ira,
lo reparas y me vuelves a dejar caer.
Basta!
Para nunca más volver a ser tuya
me la voy a pasar regalándome,
me doy al primer postor
quien dibuje una sonrisa en mi rostro.
A veces siento que hay mucho mundo
como pa´ quedarme contigo.
Pero cuando como ahora, no te tengo,
todo el mundo me parece poco y
te quiero.
Ilusa utopia.
Si mío nunca habias de ser.
Me llevo los pedacitos tirados deliberadamente
como esferas después de navidad.
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