miércoles, 17 de junio de 2009

Ayer.

Ayer cinco de mis amigos cercanos vinieron a buscarme, para pedirme un consejo sobre diversas situaciones de su vida.
Y yo antes de empezar a hablar con ellos: en blanco. Cuando empezaban a contarme sus problemas yo estaba fría pensando en los míos. Solo quería estar sola pero es un lujo que no puedo darme, tengo que trabajar.
Entonces comienzo a dar más atención y a decirles palabras de aliento, justo en ese momento sucedió algo que no esperaba: me escuché a mí misma, me dije mi propio consejo.
Cada vez que hablaba y confortaba a mís amigos lo hacía para mí también. Al final de cada charla venía el abrazo sincero, ese que siempre está ahi, siempre ha estado a pesar de las diferencias que a veces se suelen tener.
Es tiempo de dejar ciertas cosas de lado. Es tiempo de tomar algo de mi propia cocina. Ya basta de divagar.

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